¿Por qué ser Sacerdotisa?¿Cuales son las ventajas y cuales son las desventajas si es que las hay de tomar votos de sacerdocio? ¿Porqué nos conectamos con la divinidad de esta forma?
Estas y otras preguntas nos llevan a pensar en forma muy global el mundo espiritual. Son preguntas que nos hacemos frecuentemente quienes transitamos este camino. Preguntas que nos llevan a recordar quienes somos en esta red del mundo espiritual, porqué venimos al mundo. Preguntas que nos conectan con el “llamado”, otro misterio cuya naturaleza desconocemos.
Cuando sentí el llamado del Sacerdocio yo era Tarotista, y además del Tarot, me interesé en las Terapias Alternativas. Estudié varias técnicas que me gustaban más y otras menos. Sin embargo sentía que algo faltaba. Si, trabaja con energías, si, me conectaba con símbolos y otros mundos, si podía aplicar lo que sabía a un cierto rango de problemáticas humanas. Pero hasta ahí nomás llegaba. Siempre que estudiaba algo me topaba con una enorme pared que me decía con letra grande “hasta aquí nomás vas a llegar”. Muchos dirán que eso es un “bloqueo”, una resistencia de mi ser, pero eso no es del todo correcto. Los bloqueos también nos protegen de aquello que no conocemos y una pared, es sólo un límite que indica que el camino no es por ahí o que hay que darse una vuelta antes de seguir.
Y el límite con el que me encontraba era muy sencillo. Usara la técnica que usara, llegaba a un punto en que me encontraba con que requería trabajar con alguna fuerza o entidad no humana. Fuera la técnica que fuera, siempre llegaba a lo mismo. Y como soy algo desconfiada de las fuerzas no humanas, sabiendo que no todas son compatibles con la vida, decidí que de verdad quería saber con quién estaba trabajando, no sólo con qué. Y para saberlo tenía que estudiar y no solo estudiar, tenía que abrir una puerta para establecer una relación con las entidades con las que yo deseaba trabajar. Y por motivos muy personales yo decidí que quería conocer y trabajar con y para la Diosa.
Aunque en ese tiempo no sabía bien quien era Ella, cuales eran sus nombres, etc. Ya tenía un punto de partida. Quería ser sacerdotisa porque quería ser consiente del trabajo que se hace del otro lado cuando estamos viviendo en este mundo. Y también quería que este vínculo me dieran la confianza y conocimientos necesarios para entender qué estaba pasando.
No crean que esto que cuento fue algo consciente. Esto es algo que sólo puedo narrar en retrospectiva.
Y un día mientras te entrenas, mientras practicas, te das cuenta de que lo que estamos haciendo es muy sencillo y a la vez extraño, es reconectarnos con un linaje invisible de sacerdotes y sacerdotisas que han servido a la divinidad antes que nosotros. Que de a poco con más o menos conciencia recordamos otras vidas de sacerdocio que podrían o no ser nuestras, recordamos el sacerdocio de nuestros ancestros y ancestras, y nos reconectamos con esta familia de almas que decidió con el uso de su libre albedrío servir a determinadas fuerzas.
Este lazo que se recupera en la medida que buscamos el sacerdocio es un soporte en todas nuestras prácticas espirituales, ya sea para los demás como para nosotros mismos.
Hay una costumbre de la religión Sumeria que a mi me gusta mucho traer a colación cuando hablo de la relación de los humanos con la divinidad y es que nunca debemos aproximarnos en forma directa a la divinidad. Siempre es necesario darse vueltas, contornearse, desviarse, esperar y aproximarse con cautela. Este retraso, esta espera, este viaje es fundamental en la relación con la divinidad, no importando cual sea. Los Sumerios expresaban esto en la construcción de los Zigurats, templos cuyos niveles hacen un largo recorrido hacia el centro. Es una muestra de respeto con el misterio que Ella envuelve.
En este camino hacia el centro nos encontramos con muchas almas que ya han recorrido el camino antes o que lo están recorriendo, y que nos ayudan a entenderlo. Porque es a través del contacto con otros seres humanos que realmente aprendemos sobre el otro mundo y la divinidad. Ella nunca se mostraría ante nosotros sin este protocolo, porque seríamos incapaces de comprenderla.
El voto de sacerdocio es un contrato kármico en que nos ofrecemos a servir a la divinidad y Ella a su ves nos servirá a nosotros. Este es un diálogo, un ir y venir de energía que se establece desde la libertad que tenemos de hacer este compromiso en forma consciente. Las ventajas son el tremendo apoyo que recibimos de Ella en todo nuestro servicio. Las desventajas sólo existen si hemos ofrecido algo que no somos capaces de dar, entonces nuestro voto se transformaría en una carga. Es por esto que el voto debe ser un acto sincero del alma.
