«Para matar bien las bestias, hay que conocerlas bien. Para conocerlas hay que amarlas, y luego uno las ama y más encima las mata. Es incluso peor que eso en verdad. Es exactamente en la medida en que uno las ama que uno siente el deseo y la alegría de matarlas. Y entonces, se tenga o no hambre, que esto aporte o cueste, con o sin licencia, en terreno permitido o defendido, que el animal sea peligroso o indefenso, poco importa. Si es bello, noble o encantador, si te toca lo más profundo del corazón por su poder o su gracia entonces, uno lo mata, uno lo mata, uno lo mata…Por qué?»
El león
Joseph Kessel