Históricamente el primer uso de la palabra Kabbalah como una rama del judaísmo aparece en el siglo XIII. Sin embargo los Kabbalistas aseguran que la «tradición» (uno de los significados del vocablo Kabbalah) es una ciencia que se remonta a los tiempos de Abraham. Aunque cronológicamente esto no puede ser sostenido, el estudio de la Kabbalah se aboca principalmente al estudio de la Torah (pentateuco), texto sin duda antiguo, aunque sabemos contemporáneo al mismo Abraham.
El más citado libro de Kabbalah es el Zohar dado a conocer por el Rabino español Moisés de León en el siglo XIII quien lo atribuyó a Rabbi Shimon Bar Yojai, quien viviría en el siglo II, no existiendo evidencia realmente de que el texto tuviera un origen tan lejano, era usual en la época atribuir textos a personas anteriores, como forma de validarlos.
Algunos autores como Graetz proponen que la Kabbalah fue una reacción contra el radical racionalismo de Maimónides. Los discípulos de este filósofo muerto en 1204 tuvieron presencia en el oriente pero también en la Provenza francesa, donde se publicó la «Guía del Perplejo» poco después, traducido del árabe al hebreo. Es en este escenario y en la provincia Francesa en que por primera vez se empieza a utilizar el término Kabbalah (recepción) cuyas revolucionarias doctrinas, esencialmente supersticiosas se oponían al espíritu del judaísmo, y en especial a la los racionalistas. Es desde entonces que la Kabbalah a tenido detractores entre judíos.
Como fenómeno histórico la Kabbalah aparece en Provence, en la región de Languedoc, en especial Narbonne , desde ahí se trasladó en el siglo XIII a Aragón y Castilla en España, donde fructificó. La Provence en los siglos XII y XII vivía en medio de tensiones religiosas debido al reinado de la religión dualista y anti-católica de los Cátaros. Esta fue también época de apogeo para los trovadores y la caballería. Los Cátaros formaban una secta que alcanzó poder político en la región, sus orígenes estaban vinculados al Maniqueísmo y Gnosticisimo. Para los Cátaros el verdadero dios creador del alma es una entidad separada de Satán, creador del mundo visible. Esta visión diabólica de la materia, que hoy por hoy sabemos, es la misma suerte que corrieron las divinidades femeninas mucho antes, ofrecía a una visión pesimista de la vida terrenal y una necesidad de liberar el alma de su existencia corpórea. La Kabbalah con ideas totalmente opuestas a las de los Cátaros pudo haberse servido de este ambiente, para dialogar y desarrollarse. Debemos recordar que el dualismo como se conoce en las culturas patriarcales no proviene directamente de la religión de las tribus de Israel sino de los Persas quienes invadieron gran parte del medio oriente e introdujeron la creencia en un dios bueno y uno malo que luchaban constantemente por dominar el mundo sería una de las ideas adquiridas por los cristianos posteriormente.
Dos doctrinas esotéricas coexistían en los círculos talmúdicos durante en los tiempos pre-cabalistas: la Doctrina de la Creación, Bereshit, y el carro de Ezequiel o Merkabah, ambas tradiciones caídas pronto en el olvido.
En el cazo del Merkabah, se la considera una corriente judía gnóstica (S.II) y se ha demostrado que esta no se relaciona directamente con la Kabbalah, se remite a la literatura de Hekhaloth, del período Talmudico, época en que el judaísmo rabínico se concreta. Esto textos explican la forma de obtener la visión extática de las regiones celestiales del Merkabah, describiendo el viaje a través de los siete cielos y templos hasta llegar al trono divino, la morada del alma, incluyendo jerarquías angélicas y prácticas mágicas teúrgicas. El Shi-Ur Qomah posteriormente habla de formas antropomórficas de la Divinidad, y su relación con el pueblo del Israel, basadas en el Cantar de los Cantares. Esta idea visible y antropomórfica de la divinidad se oponía y se sigue oponiendo al dios invisible y abstracto de los judíos y constituían herejía. La palabra Merkabah parece relacionada a la Pléroma de los gnósticos griegos.
En el caso del «Libro de la Creación» o Sefer Yetzirah, su origen es difícil de datar (se consideran fechas entre el siglo II y VI), y se considera hasta hoy un texto de Kabbalah, parece contener tanto ideas de la literatura Merkabah como de las que se clasifican como de la Creación. El libro se vincula con ideas Griegas, vinculadas a la Diosa Sophia, quien aparece como Chochmah, sabiduría. Los 32 senderos de Sophía o Sabiduría son las 22 letras del Alef Beth y los 10 números primordiales. Estas 22 letras se consideran esencias de la creación. Este es el primer texto en que se establece la sacralidad del número 32, que coincide con las 32 vértebras del ser humano y fue anteriormente considerado el número de la rectitud por Pitágoras. Los diez números primordiales se desarrollaron en lo que se conoce como sefirot, que viene del verbo contar en hebreo, formando el árbol de la vida, tema transversal en el Zohar. El orden de las sefirot se respeta de forma que cada una proviene de la anterior, y la primera tiene origen en Ruach una palabra femenina para aliento primordial o espíritu, el aliento de alientos, de donde surgen las primeras 4 sefirots. La idea de las letras creadoras podría provenir del mismo judaísmo. Tres letras son consideradas letras madres: Alef, Mem, Shin, correspondientes al elemento éter, agua y fuego y de donde provendrían todas las demás letras, separación hecha de acuerdo a la fonética y que determina que el Sefer Yetzira probablemente era de origen Palestino. Luego las 7 consonantes dobles que poseen doble sonido en hebreo corresponden a los 7planetas, 7 cielos, 7 días de la semana, etc. Se menciona también las 6 permutaciones de yudo hey vav , tal vez inspirado por el gnóstico Valentino y su IAO, nombre secreto de la divinidad.
El Sefer Yetzirah pasa a ser una especie de diccionario Kabbalista, utilizado como código o clave para leer y obtener el significado secreto de la Torah. Por otro lado durante el medioevo, el Sefer Yetzirah influirá en la Teúrgia y se transforma al mismo tiempo en una especie de diccionario de correspondencias para magos que buscaban invocar espíritus. El libro ofrecía a cada quien lo que buscaba y fue ampliamente estudiado en la edad media.
Posteriormente, con la publicación del Zohar, la Kabbalah influiría tanto entre judíos como cristianos, influyendo en movimientos oculistas que la defendieron posteriormente en la iluminación teológica.
En el ámbito judío la Kabbalah es inseparable de su libro fuente: la Torah. Esta puede ser leída en como historia, puede ser entendida a través de interpretaciones (Midrash) o puede ser estudiada en su significado oculto a través de la Gematría o estudio numérico y Kabbalah. Este significado profundo de sus enseñanzas, sería accesible atravesando todas las lecturas anteriores de este libro y por ende quienes acceden a este conocimiento fueron durante mucho tiempo rabinos. La Kabbalah judía no sería iniciativa, sus ritos serían los mismos ritos hebreos, al igual que sus celebraciones, pero su significado e interpretación iba mucho más allá de lo que un judío común y corriente podía intuir. Por ende la Kabbalah judía pretende contener a la religión judía completamente y explicara cada una de sus reglas. Desde ese puntos de vista la Kabbalah es considerada milenaria, y recibida desde el primer hombre Adan Kadmon o primera alma. En este sentido la Kabbalah parece ser más que nada un sistema intelectual desprovisto de rituales propios, y estudiarlo sin la debida fe en dios, no solo no tiene sentido, sino que además se considera condenable o peligroso.
Los cristianos en cambio, tomaron la Kabbalah y la aplicaron a su propio credo. Esto claramente no es considerado Kabbalah Kosher. Tampoco lo es el misticismo de la Kabbalah promovido por los oculistas en que las 22 letras del alfabeto son relacionadas con los arcanos del Tarot. Cabe la pregunta de si el Tarot de Marsella y los maestros carteros de Toulouse tuvieron alguna relación con los Kabbalistas de la Provence. Los oculistas agregaron iniciaciones y rituales provenientes de la alquimia y taumaturgia (milagros).
Entre las enseñanzas del árbol de la vida, cabe destacar el sistema de tres pilares. La columna derecha sería la columna de la compasión, el dar, la expansión y la izquierda, la receptividad, severidad y la oscuridad. Ambas moderadas por la columna central que modera ambas polaridades y que puede transformar al ser humano en un espejo de la luz de la creación. De esta separación se entiende que la mayoría de las religiones siguen el camino de la mano derecha, valorando la luz y el dar, en desmedro de la oscuridad, el recibir y el mantenerse en el estatus de seres creados, pasivos. Los magos negros en cambio siguieron el camino de la mano izquierda, sirviendo al egoísmo y consentrandose puramente en recibir y manipular el entorno siempre a su favor, con el fin último de convertirse en dioses. Por otro lado los Kabbalistas y algunos oculistas tratarían de desarrollar estos tres pilares centrados en lograr el equilibrio que ofrece el pilar de en medio, el fin último sería asemejarse a la divinidad, pudiendo manifestar las cualidades de la derecha como facultades creadoras, pero sin perder nunca las de la izquierda, inherentes a nuestra condición de seres creados.
De alguna forma la Kabbalah permaneció oculta ya que se consideraba peligroso exponer a la luz la supuesta oscuridad que supone la mano izquierda, lo cual se entiende debido a que se consideraba demoníaco. Los oculistas optaron por lo mismo. Junto con esto posteriormente la Kabbalah también habla de la cara femenina del dios judío, también enmarcada en la mano izquierda, la Shekinah, y muchas otras visiones antropomorfas de la divinidad, que se oponen al monoteísmo abstracto siempre defendido por los ortodoxos.
Bib.
Origins of Kabbalah, Gershom Scholen